En esta serie de cinco episodios vamos a mostrarles una perspectiva general de cómo funciona este parque. Desde el sustrato material en el que podemos ver la flora, la fauna... hasta un aspecto más general como puede ser la geología o la climatología, analizando como todos estos aspectos incfluyen no solo a la parte material sino al sustrato cultural de las personas que han vivido aquí.
La gran diversidad de ecosistemas, el elevado nivel de endemicidad y su singularidad caracterizan, entre otros, al Parque Nacional de Garajonay. Sin embargo, existen muchos problemas que ponen en jaque su conservación. Si bien podemos encontrar distintos problemas que van desde áreas degradadas por antiguas plantaciones a especies amenazadas, destacan 2 grandes problemas: los incendios forestales y las especies exóticas.
El encanto del Parque Nacional de Garajonay es innegable. Parte de ese encanto, es esa especial neblina que caracteriza al Parque y lo convierte en un lugar lleno de magia y misterio. El clima ha propiciado desde hace millones de años la erosión en la isla, dando lugar a un relieve de profundos barrancos repletos de extraordinaria naturaleza. Los vientos alisios han jugado y juegan un papel muy importante, encargándose de transportar masas ascendentes de aire oceánico y húmedo que, condensadas, dan lugar a la característica niebla. Esta niebla, junto a las lluvias, condicionan el clima del Parque.
La singularidad extraordinaria de los bosques de Laurisilva y la humedad ambiental del Parque Nacional de Garajonay, conforman un ecosistema único. Estos bosques húmedos, que son vestigios de selvas subtropicales que se formaron en el Terciario, hace más de 15 millones de años, y que se extendían por el Mediterráneo, resistieron los cambios climáticos, y hoy es un ecosistema propio de la llamada Región Macaronésica, pudiendo ser considerados como un auténtico “fósil viviente”.
En los inicios, los aborígenes habitaban en cabañas o cuevas que acomodaban para vivir cerca del Parque, dedicándose en especial a la ganadería y en menor medida a la agricultura. El Garajonay suponía por tanto una fuente de recursos para ellos: aprovechaban de este los alimentos que podían, recogían leña que transformaban en carbón (abasteciendo a La Gomera e incluso a otras islas), y lo utilizaban para el pastoreo. De la madera fabricaban casas y muebles además de utensilios para agricultura e incluso para música. Además, del monte obtenían forraje y ramas para alimentar a los animales que pastoreaban por sus bosques, tanto cabras como ovejas.
El patrimonio etnográfico ligado a la isla de La Gomera y, en concreto, al Parque Nacional de Garajonay, es de una riqueza sin igual. Parte de esta riqueza se debe a la cultura de los aborígenes gomeros, que fueron los antiguos pobladores de la isla. También es necesario destacar la cultura que trajo consigo la conquista europea, y que junto a la aborigen generó una mezcla de tradiciones que se mantienen vivas a día de hoy como el Tambor gomero, un folclore con rasgos de ambas culturas.
