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HISTORIA DE HERMIGUA

EDAD MODERNA

El comienzo de la Edad Moderna, o de lo que es lo mismo, el inicio de la ocupación europea de Hermigua no la podríamos entender si no tuviésemos en cuenta las enormes repercusiones que trajo consigo la rebelión aborigen de 1488 contra el conde de La Gomera, Hernán Peraza “El Joven”, más conocida como La Rebelión De Los Gomeros. Según las fuentes escritas y la tradición oral uno de los cantones aborígenes que con más ahínco participó en dicha rebelión fue el de Mulagua, que tenía al valle de Hermigua como principal zona de asentamiento de población prehispánica.

La posterior represión castellana contra quienes participaron en la sublevación de 1488 dio como resultado el asesinato de muchos aborígenes, la venta de éstos como esclavos o la expulsión de la isla de muchos de ellos. Algunos autores, como José Perera López,  han llegado afirmar que debido a esta pérdida poblacional indígena explicaría en gran parte el hecho de por qué Hermigua, comparado con otros lugares de la isla, no posee tantos nombres de lugar de origen prehispánico.

Mulagua, y Hermigua por tanto, se verían diezmados en cuanto a la población de los antiguos gomeros se refiere, dando vía libre a la colonización castellana y el aprovechamiento de los ricos recursos naturales que ofrecía el valle de Hermigua.

A partir de ese momento comienza lo que podríamos llamar la colonización total del valle de Hermigua. La poderosa señora de la isla, Beatriz de Bobadilla, iniciaría tras 1488 los con­siguientes repartos territoriales en el valle. Pero desde mucho antes para los castellanos Hermigua era una zona muy codiciada por su riqueza en bosques, su abundante agua y sus fértiles campos.

Esas extraordinarias condiciones naturales y climáticas del valle lo hicieron muy apetecible para las familias más acomodadas de la nueva sociedad gomera, que se aprestaron a introducir el cultivo de la caña de azúcar en sus fértiles suelos, aprovechando sus abundantes recursos hídricos, para exportar el azúcar, muy apreciado en los mercados europeos de la época.

El esplendor de la producción azucarera duraría hasta la mitad del siglo XVI aproximadamente. Las nuevas tierras conquistadas en América ofrecerán a los productores azucareros castellanos mejores posibilidades económicas debido a un menor coste de pro­ducción y a unas mejores condi­ciones climáticas. El azúcar canario no podrá competir en precios con la del Nuevo Mundo y entrará en dificultades económicas.

Hermigua, y La Gomera en su conjunto, iniciarán una etapa de aguda crisis económica debido a la caída de las rentas del azúcar que tendrá como consecuencia la emigración al Nuevo Mundo; las familias más humildes no soportarán entre otras cosas la gran carga impositiva de los señores de la Isla, auténtico cáncer que paralizará durante la Edad Moderna cualquier expansión económica de La Gomera.

La disminución demográfica es tal que para 1585 se contabilizan unos 1.000 habitantes para toda La Gomera de los cuales la mayor parte se localiza en San Sebastián, quedando Hermigua diezmada poblacional y económicamente hablando.

Ante la disminución preocupante de las rentas, los señores de la Isla intentan reactivar la economía isleña y conseguir atraer población foránea a La Gomera. Durante el siglo XVII se inicia una nueva actividad roturadora, implantándose más cultivos para el consu­mo interno -cereales y legumbres- y viñedo para la exportación de caldos, apoyado por un aumento de la demanda en las islas.

Hermigua será objeto de este intento de reactivación económica y comenzará lentamente una recuperación agrícola así como también demográfica, llegando a alcanzar ya para 1680 la cifra de 930 habitantes y 188 casas, dejando atrás las bajas cifras demográficas del sigo XVI.

Pero quizás donde veamos más palpable ese incremento económico y poblacional es en el aspecto religioso. Durante este siglo se van a crear  los principales centros de culto del valle: La Encarnación en el Valle Bajo y San Pedro Apóstol en el Valle alto, a partir de la creación del convento de frailes dominicos, además de la presencia de otras ermitas como la de Santa Catalina en la playa.

Debemos destacar también en esta centuria la producción de la seda, muchas veces vinculada a los linderos, a las plantaciones vitivinícolas o de árboles frutales. Un mapa aproximado de los cultivos en el valle de Hermigua por esta época podría ser el siguiente: la hoja de morera se recogía en La Calle y el Barranco de Liria, mientras que la vid se encontraba sobre todo situada entre los 200 y 300 metros de altitud y final de éste, cohabitando con la explotación de la seda en el centro y en la zona occidental del valle. Por otra parte, el cereal se localizaba en zonas más altas y al oriente del valle.

Gracias a esta expansión agrícola y comercial que experimentaba Hermigua va a aparecer una oligarquía en el valle que se opondrá a muchas de los despropósitos de los señores de la Isla. En 1690 el Conde Juan Bautista nombra a Sebastián Pérez alcalde mayor, y relega del cargo al regidor Gonzalo Hernández Benito, que junto a otros vecinos de Hermigua le hacen una encerrona para que dimita de su cargo. Incluso logran que Sebastián Pérez dimita de su cargo. Ante la gravedad de los hechos, el Señor tuvo que trasladarse desde Tenerife tramitando las primeras penas y decretar las consiguientes penas. En el juicio son condenados a la horca algunos de ellos, aunque logran huir hacia América

El siglo XVIII es un siglo de luces y sombras, pues si bien se produce la consolidación de la pequeña propiedad dentro de nuestro valle, Hermigua no estará ajena a la crisis del vino que obligará a muchas familias a emigrar hacia el continente americano. Los enfrentamientos entre las familias más poderosas y los señores de la Isla será otro aspecto a destacar durante este siglo.

Durante esta centuria se produce una creciente actividad económica. El historiador canario Viera y Clavijo, nos dice que en Hermigua se recogían unas 600 pipas de vino y 580 fanegas de legumbres, así como 3000 libras de seda que luego eran trasportadas a los telares del Valle para su manufactura. En cuanto a las bestias, se contabilizaban aproximadamente un millar de cabezas de ganado vacuno para la labranza y 400 reces, además de suficientes animales de carga como caballos, yeguas, mulos y burros.

Esta creciente actividad económica durante el siglo XVIII será aprovechada por los dominicos mediante la compraventa de terrenos y propiedades a los que debemos de añadir un incremento considerable del patrimonio, gracias al creciente número de capellanías, diezmos y tributos que reciben. Las principales familias del pueblo, como forma también de resaltar su condición social, apoyarán el patrocinio artístico mediante la construcción de retablos o donación de imágenes a los centros religiosos. Es que la prosperidad económica del valle, y sobre todo del Valle Alto, llevará a que poderosas familias como los Herrera Bohórquez, los Salazar, los Mora Melián… vean en Hermigua una posibilidad de incrementar su estatus económico. Sobre las principales familias del valle también nos cuenta la descripción anónima que:

En el censo de Aranda de 1768 Hermigua ya aparece con 1332 habitantes frente a los 1335 de la capital, San Sebastián.

Viera y Clavijo para este siglo, contabiliza 1690 habitantes, 787 hombres y 903 mujeres.

El final del XVIII marca los inicios del desmantelamiento del régimen señorial, por la agitación provocada por la pequeña clase social terrateniente, que contempla el desigual desarrollo entre las islas señoriales y las de realengo, debido a las fuertes cargas fiscales impuestas por los señores tal y como hemos visto. Puede ser que, como resultado de esta sublevación se resolviera conceder una pedanía a Hermigua, pero lo que sí queda claro es que el régimen señorial tocaba ya a su final, consumándose el 26 de mayo de 1812 con la creación de los ayuntamientos.

Al finalizar la Edad Moderna, hacia 1804, tenemos la descripción de Hermigua por parte de Vicente de la Siera donde Hermigua aparece con una población de 1447 habitantes. Para esta fecha el convento dominico, ya en su etapa final, tenía siete religiosos ordenados, según la mencionada descripción.

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EDAD CONTEMPORÁNEA

En 1812 se constituye como ayuntamiento (comenzará a funcionar como tal en 1837), acabado el régimen señorial que imperaba en la isla.

El siglo XIX es un período de tiempo que siempre ha permanecido en la sombra de la investigación histórica para La Gomera. Conocemos datos muy generales de esta época, muchas veces inconexos. Ante la falta de información el historiador o el investigador de turno debe echar mano de la escasa información que ofrecen los archivos durante esta época, de algunas obras bibliográficas donde destacan sobremanera las detalladas descripciones que dejaron algunos viajeros extranjeros que visitaron nuestra isla durante el ochocientos. Pero muchas veces son los periódicos de la época los que nos acercan a la realidad de este siglo tan desconocido y apasionante a la vez. En uno de estos periódicos, El Liberal de Tenerife, apareció publicado el 13 de junio de 1893 un interesante artículo de opinión que nos ayuda a conocer de cerca cómo era la agricultura gomera a finales de siglo; una época importante en la economía insular pues se va abandonando paulatinamente el monocultivo de exportación de la cochinilla y se introducen otros productos como el tomate y el plátano en los campos gomeros, como solución para abandonar la crisis económica que padecía la isla.

La agricultura en La Gomera atravesaba durante esos años un periodo de grave crisis debido a que la inexistencia de carreteras en la isla y de medios de locomoción hacía que se agravara más su anémica y financiera situación. Todas las operaciones en el campo tenían que ser a costa de la fuerza humana, excepto las débiles labores de arado.

A finales del siglo XIX, los mayores terratenientes de la localidad y los adinerados inmigrantes retornados de Cuba, encontraron en la agricultura un buen campo para invertir, bajo el impulso de la producción del tomate y del plátano. Hermigua y San Sebastián De La Gomera se comunicaban por difíciles caminos de herradura, debido a esto, la recién creada Sociedad Anónima La Unión decide construir un pescante que solucionara los problemas de comunicación que sufría Hermigua por mar debido al bravío mar del norte; la idea fue construir una extraordinaria obra de ingeniería que consistía en montar una gran grúa de metal sobre unas estructuras de hormigón. Dicha grúa servía para importar y exportar cualquier tipo de mercancías, además de embarcar y desembarcar pasajeros.

El Pescante de Hermigua, situado en el lugar conocido como El Peñón, fue construido en 1907. Tras numerosas vicisitudes se dio luz verde a una infraestructura moderna y funcional, que lograría dar salida a la producción agrícola del valle de Hermigua. A mediados del siglo XX, los pescantes fueron dejando de ser utilizados, pero a diferencia de los de Vallehermoso y el de Agulo, el Pescante de Hermigua no fue derruido por las fuerzas naturales sino que su actividad fue cesando a medida que se fueron introduciendo cambios en la realidad socioeconómica no sólo de la Isla, sino también a nivel mundial. La actividad económica de la localidad mermó hasta tal punto que los habitantes encontraron en la emigración la única vía de subsistencia. En la actualidad se conserva en sus costas cuatro magníficos pilares de hormigón y los restos del antiguo Pescante enclavados en un hermoso paraje de la costa de Hermigua.

No sólo fue El Pescante la única construcción de carácter industrial digna de mención durante esa época. Existe otra infraestructura mucho menos conocida pero que tuvo una importancia capital en la vida de los hermigüenses. En la parte más alta del valle de Hermigua, junto a la caída de El Chorro, la cascada de agua que desciende desde El Cedro, en el Barranco de Monteforte, se construyó una Central hidroeléctrica que aprovechaba las aguas de ese caudaloso barranco y que llegó a suministrar luz al pueblo y a varios municipios vecinos. Dicha Central hidroeléctrica comenzó a funcionar en septiembre de 1927. Por este motivo la luz eléctrica llegó mucho antes a Hermigua que a otros municipios canarios más importantes en cuanto a población se refiere. Es necesario que conozcamos y valoremos estas iniciativas populares para que tengamos en cuenta que gracias al ímpetu y esfuerzo de unos vecinos se pudo también contribuir al progreso de Hermigua y de La Gomera en general.

A comienzos de siglo tienen lugar en Hermigua una serie de grandes cambios económicos e ideológicos que van a marcar la historia del municipio durante la centuria pasada. Por un lado, se produce el retorno de los emigrantes de Cuba, trayendo de esta isla caribeña a Hermigua ideas progresistas y republicanas. En segundo lugar, estos “indianos” traen el dinero suficiente para poder socavar el poder caciquil ya que estos jóvenes emigrantes retornados comprarán tierras por lo que podrán competir económicamente con los viejos terratenientes del valle. Por otra parte, desde 1902 se instala en el valle un representante de la empresa británica Fyffes Limited, la cual ayudará significativamente a expandir el cultivo del plátano en el valle. Estos nuevos propietarios apostarán decididamente por la producción y comercialización del plátano con la ayuda económica de esta empresa inglesa algo que chocará de frente contra los intereses económicos de los grandes terratenientes.

El republicanismo llegará a Hermigua de la mano de esta juventud emprendedora, de los nuevos propietarios y comerciantes del plátano. Consiguen sus primeros logros con la construcción del Muelle de Lorenzo, la constitución de la “Sociedad La Unión” y la construcción del primer pescante de Hermigua. Pero el impulso definitivo y el salto hacia la iniciativa política vendrán dados por un personaje influyente de la época: Emilio Calzadilla Dugour. Este abogado y político tinerfeño, trabajó como notario en Hermigua desde comienzos de siglo y estaba muy vinculado a esa juventud republicana; Emilio Calzadilla fue uno de los grandes promotores de la construcción del pescante y también uno de los impulsores de la constitución del partido republicano en el pueblo.

Con la llegada de la Segunda República comienzan a mejorar las condiciones laborales de los obreros que trabajaban en las distintas obras del municipio. Asimismo, se estableció el contrato laboral de los trabajadores por ocho horas diarias.

Con el advenimiento republicano y el nuevo régimen democrático a España se permitió el asociacionismo obrero. En 1932 se crea la Federación Obrera de Hermigua, situándose su sede en la tercera planta del edificio del Ayuntamiento (en El Curato) siendo Fernando Ascanio y su hermano Pablo (desaparecidos tras el 18 de julio de 1936) los líderes de esta asociación junto a otro personaje olvidado por la Historia, Ulises Herrera. Una de las primeras medidas de esta asociación fue la de protestar ante el retraso de las obras de la Carretera General que atravesaba el pueblo; esta demora en los trabajos de esta vía suponía graves perjuicios para la clase obrera y más si cabe en una época de crisis económica. El 17 de noviembre de 1932 se le concede a la Federación Obrera la autorización para llevar a cabo una manifestación contra el presidente del Cabildo Insular de La Gomera. El Cabildo era la institución responsable de las obras de la Carretera General. Es la primera gran manifestación que tiene lugar en Hermigua.

La situación social en el pueblo, tras otra Huelga General acontecida el 21 de febrero de 1933, se irá poco a poco agravando por múltiples razones. Una de ellas es la penosa situación financiera de la Hacienda municipal que imposibilitaba al Ayuntamiento realizar grandes obras y así disminuir el paro obrero; por otra parte, el enorme retraso de los trabajos en la construcción de la Carretera General por parte del Cabildo Insular que impedía dar solución igualmente al alto índice de parados; y por último, las graves tensiones entre la patronal y los trabajadores del municipio entorpecían un posible acuerdo. Así las cosas, el 22 de marzo del mismo año, la Federación Obrera de Hermigua convocaría una Huelga General que terminaría con importantes enfrentamientos entre la Guardia Civil y los huelguistas en El Palmarejo, con un resultado trágico: un obrero y dos guardias civiles muertos. Son los llamados “Sucesos de Hermigua”, uno de los acontecimientos más tristes ocurridos en el municipio.

En 1936 Francisco Franco se encontraba destinado en Canarias como comandante general. Este nombramiento se debió a la política del gobierno de la República de dispersar hacia las zonas periféricas a aquellos altos cargos militares de tendencia conservadora que pudieran llevar a cabo un golpe militar. Sin embargo, esta política no valdrá de mucho, y será Canarias desde donde Franco inicie la sublevación militar el 17 de julio, organizada por el general Mola, declarando el Estado de Guerra en todo el archipiélago al día siguiente.

Los sublevados tomarán rápidamente el control de todo el archipiélago, a excepción de algunos focos de resistencia en la isla de La Palma (resistencia denominada la "Semana Roja" palmera) y en el pueblo de Vallehermoso, en La Gomera, que duró hasta el 24 de julio. A pesar de que en las islas no hubo guerra propiamente dicha, fue uno de los lugares donde la represión alcanzó cotas más altas.

Durante la posguerra, al igual que el resto del estado, Canarias padece un periodo de crisis donde el hambre y la miseria son frecuentes. Se produce de nuevo una oleada migratoria hacia Venezuela.

Hacia los años 70 comienza a producirse un cambio en la economía gomera con el auge del turismo. A partir de esos momentos la ganadería y la agricultura entrarán en un retroceso, a excepción de los monocultivos de exportación del plátano, en plena crisis actualmente.

Ricardo Jesús Valeriano Rodríguez

Historiador y cronista oficial de Hermigua

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